jueves, 2 de mayo de 2013

Noticias sobre Felix Robillard


La actual avenida de la Malva-rosa toma su nombre de la finca que se hizo construir allí el botánico francés y en torno a la cual crecería años más tarde el barrio de la Malva-rosa.
En 1856, Robillard adquiere unos terrenos de marjal al norte del Cabanyal. Robillard desecó los terrenos existentes y sobre los mismos puso en marcha una finca dedicada al cultivo de geranios «pelargonium capitatum», una flor originaria de Cabo Verde conocida comunmente como malva-rosa, que cultivó a escala industrial para su fábrica de esencias.

Entre su legado a la sociedad valenciana destaca la mejora de la salubridad de los terrenos que constituían el actual barrio de la Malvarrosa y el origen de su nombre; su labor en la reordenación del Jardín Botánico y en el diseño de los invernaderos; así como su aportación a la modernización de la agricultura valenciana y al desarrollo del tejido industrial del siglo XIX, apuntó ayer Miguel Angel Belenguer en su conferencia.
Robillard contribuyó a la difusión del nombre de Valencia por los cinco continentes debido a la fama de su establecimiento de horticultura, su fábrica de jabones y esencias y la divulgación científica de su tarea en numerosas publicaciones.
Robillard, que fue jardinero jefe de los Campos Eliseos, se formó en el «Institut Horticole de Fromont»y en el «Jardin de Plantes» de París, donde también estudió Cavanilles.

Establece su residencia en una alquería en el camino de la Malvarrosa, „junto al actual Campo de Fútbol de la Malvarrosa„, y en estos terrenos instala fuentes e invernaderos. De espíritu innovador, Robillard aprovechó el buen rendimiento de la malva-rosa, su riqueza en aceite esencial y sus conocimientos científicos para montar en 1860 una fábrica de esencias en una antigüa fundición „situada entre la actual plaza de Vera y la avenida de la Malva-rosa„ donde produce esencias de malva-rosa, verbena, artemisia, nardos y aceite de almendras.

Sus esencias son presentadas en la Exposición de Londres de 1862 y en la de Paris de 1867, obteniendo el reconocimiento de Eugene Rimmel, padre de la cosmética moderna, y una medalla de bronce en la Exposición de París, así como referencias en todas las publicaciones importantes sobre aceites esenciales para la fabricación de perfumes de la época.

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